miércoles, 19 de septiembre de 2018

Recordando el 19 de septiembre de 2017

                               

                                    


A un año de vivir una de las experiencias más difíciles de mi vida, te escribo para contarte lo que el 19 de septiembre de 2017 significó en mi vida. 

Fue un día como cualquiera, estaba embarazada de ti de 3 meses, todavía no te sentía moverte y los ascos apenas estaban disminuyendo, mi embarazo lo viví muy tranquila pero sola, tu papá tenía que salir a trabajar y yo me quedaba en casa contigo en mi panza. 

Ese día hubo simulacro por el temblor de 1985, revisé la mochila de sismo y dejé todo como siempre estaba a la mano por cualquier emergencia real, estaba en cama recostada, porque todavía eran mis días de mucho sueño y cansancio, cuando escuché la alerta del celular e inmediatamente sonó la alerta sísmica de la calle y el primer jalón del piso, todo fue tan rápido que reaccione en un segundo, logré en unos cuantos pasos llegar a la sala a donde según nosotros era seguro y me tire al piso junto a un mueble, el movimiento no paraba, pero lo que seguía nadie lo esperaba.

De un momento a otro el piso brinco, escuchaba cristales romperse y objetos caerse, el tiempo era eterno, no pude más que gritar desde ese octavo piso y por momentos pensé, que tú y yo jamás volveríamos a ver a tu papá, yo me cubría la panza intentando protegerte de alguna manera pero la tierra no paraba de moverse. 

Cuando por fin se detuvo, logré salir de casa, mochila al hombro y gatitas en mano, bajar 8 pisos solo pensando en estar a salvo y cuidarte a ti. Las piernas me temblaban como nunca pero logré mantenerme en pie y seguir, estaba asustada pero no podía llorar, necesitaba ponerte a salvo y trate de mantenerme tranquila y tomar decisiones, la calle era confusión, el tráfico detenido, la gente llenando las calles, algunos asustados, llorando, otros callados, pero nadie sabía que había pasado, grietas en los edificios y entonces llegaron las imágenes de la verdadera magnitud de lo ocurrido, a unas calles de donde vivimos.

Las comunicaciones interrumpidas y solo podía saber de tu papá y de la familia por internet, horas pasaron hasta que papá y tu tío pudieron llegar con nosotras, sus caras de preocupación era evidentes, las noticias de edificios caídos y gente atrapada corrían por la red, a partir de ese momento, la ciudad se detuvo, la gente se volcó a las calles, todos intentamos ayudar cómo podíamos, llego el insomnio y el miedo de que hubiera más réplicas, ambulancias y patrullas pasaban día y noche, la ciudad estaba en silencio, el sentimiento de tristeza se respiraba, llorar a la menor noticia se volvió común. 

Salimos con tu papá con la intención de ayudar, nosotros decidimos comprar alimento para perros y gatos, que también estaban sufriendo esta tragedia, nos tocó recorrer las calles y ver a los jóvenes volcados ayudando, moviendo escombro, preparando comida, recolectando ropa, ver qué todos nos dábamos la mano sin mirar a quien, me hizo recordar que las peores tragedias pueden sacar lo mejor de nosotros, la hermandad era evidente, en ese mar de tristeza y confusión, nos ayudamos, nos apoyamos, demostramos compasión y amor entre nosotros. 

Yo espero que algún día entiendas que debemos hacer comunidad y ayudarnos entre nosotros, no es necesario vivir una experiencia así, para tener compasión y tenderle la mano a los demás, nunca busques tu beneficio si con ello pasas por encima de alguien más, disfruta la vida y vive feliz, abre tu corazón y deja que el amor fluya, no vivas con miedo, vive mi pequeño tesoro, que a pesar de todo, la vida hermosa y tienes mil historias hermosas por vivir.

No hay comentarios:

Publicar un comentario